Reseñado por Javier Arroyo.

Hace tiempo que no trato nada sobre este género, pero hoy os traigo un cómic de humor, sobre un tema tan costumbrista como la vida de una niña cuyos padres están separados, mejor dicho, mal separados. Se trata de Custodia Compartida, un tomo recopilatorio que ha publicado Dibbuks con algunas de las mejores historias dibujadas por Pablo Velarde, más conocido como Judas por sus trabajos en la revista satírica El jueves.



Soy bastante fan de El Jueves en general, no de todas las historias ni de todas las épocas, pero sí que seguía bastante a los dibujantes que abandonaron la revista tras el escándalo de la censura ocurrido en 2014, sobre todo de Albert Monteys y Manel Fontdevila. Por ellos fundamentalmente compraba la revista y así tropecé con otras series interesantes como Silvio José, de Paco Alcázar, Federik Freak, de Rubén Fdez o los Ranciofacts de Pedro Vera. Así fue como conocí también esta Custodia Compartida de Judas.

Por eso, cuando vi el recopilatorio que lanzaba Dibbuks, me pareció la forma perfecta de volver a disfrutar de ella, porque me encantan los recopilatorios llenos de viñetas sobre mis personajes preferidos. Es el mejor atracón que uno se puede dar.

Sin duda, Custodia Compartida nos hará pasar un rato muy divertido, a la altura de la mejor época, desde mi punto de mi vista, del humor de El jueves. Lo que Pablo Velarde expone aquí, son las vivencias y ocurrencias de una niña, hija de padres divorciados que se llevan fatal. Y fruto de eso, es más madura que la mayoría de la gente que la rodea, incluso en ocasiones, que sus profesores y otros adultos que, se supone, deben cuidar de ella. Pero al tiempo, es una niña que quiere jugar y que necesita el amor de sus padres.

Personalmente, me gustan mucho las historias narradas desde el punto de vista de los niños. Sé que lo he repetido cien veces, pero yo me inicié en la lectura con El Principito, seguí con El Pequeño Nicolás, de Goscinny, y más tarde disfruté las aventuras de Manolito Gafotas y la lúcida e inocente acidez de Mafalda, al tiempo que, en lo televisivo, me convertía en fan de los Rugrats. Con semejante currículum a las espaldas, debo decir que, leyendo Custodia Compartida, he encontrado ese toque de sabiduría descarada que sólo se encuentra en las historias contadas por niños. En este caso, añadiendo un ingrediente más: que los protagonistas sean niños que además deben luchar contra situaciones adversas, injustas, incluso ridículas. Los hogares de Mafalda o El Pequeño Nicolás, eran estables y llenos de amor; el de Custodia no lo es.

Normalmente en las obras de humor se recurre a la exageración para mover a la risa, pero en este caso no suele ser necesario. En la mayoría de historietas, lo que vemos es una reacción cómica por parte de Custodia, a una situación que muchos niños viven en su día a día, cuando el “¿a quién quieres más, a mamá o a papá?” deja de ser una pregunta hueca, para convertirse en un quebradero de cabeza a los 7 años. 

Custodia Compartida pone de relieve el complicado mundo de los niños que deben crecer demasiado deprisa, para poder así gestionar los egos de unos padres que son más niños que ellos, y enfrentarse a unas batallas en las que no tienen ninguna culpa ni nada que ganar. Y he aquí el mayor mérito de Judas: haber creado un personaje de tal carisma, que consigue enfrentarnos con una sonrisa a un tema que, por lo general, no tiene ninguna gracia.

Volveré a leer a Pablo Valverde porque se trata de un historietista más que interesante, y ha mantenido siempre una importante carga de crítica social en su obra, más allá de su trabajo en El Jueves. Cuenta con obras tan recomendables como, Quintín Lerroux, Rafalito Matador o el comic-book The Sinkiller


Reseñado por Javier Arroyo.