La lacra de la esclavitud también se refleja en la literatura. El teatro flotante de Martha Conway es una bonita historia de ficción que narra toda una historia entorno a este problema.

Teatro flotante Martha Conway esclavitud


El teatro flotante de Martha Conway te atrapa con la romántica idea de pasearte dentro de una barcaza que recorre el río Ohio en la cual se puede asistir a obras de teatro. 

Debo admitir que estoy un poco nerviosa porque no he leído ninguna otra crítica de este libro en español. Todas las valoraciones que he visto son de habla inglesa, así que puede que esta sea una de las primeras reseñas que reciba Martha desde nuestro país. Y eso es una gran responsabilidad.

Lo primero que quiero resaltar de esta historia es la ambientación. Como ya dije en la pregunta anterior, la idea de navegar por el río Ohio sobre una barcaza que acoge a una pequeña compañía de teatro es encantadora. Y la forma de describir cada detalle es excelente. Sin permitir que nos aburramos, zarpamos río arriba o río abajo con esa incesante sensación de humedad pegada a la ropa junto al chapoteo del agua sobre las maderas del barco y el olor del fango al llegar a las orillas. Por las mañanas se levanta una neblina que rodea a los hombres mientras elevan el ancla, y por las noches el silencio sepulcral comienza justo en el punto en el que terminan los aplausos de cada función. Las obras, muchas veces, se deben valorar en virtud de la fuerza de las descripciones y esta es una de esas veces en las que no te pasan desapercibidas.

El teatro tiene la misma fuerza que el que pretende ser el eje central de la trama: la abolición de la esclavitud. Y no sé si esto es bueno, ya que podría haber insistido mucho más en la segunda idea. El argumento sobre la esclavitud aparece ya en la mitad del libro y se continúa en paralelo a la vida de la compañía de teatro. De cualquier forma, toda la novela es una fuerte y bien documentada crítica social sobre la situación que vivían las personas de color en el sur de América, donde eran usados como esclavos en pésimas condiciones. La protagonista se verá inmersa en peligrosas situaciones para ayudarles, y pondrá en peligro la vida de muchos otros con sus actos, que, por otro lado, se los han impuesto.

A pesar del grado de emoción que podríamos prever en la trama, la tensión es floja, incluso cuando a partir de la segunda mitad del libro los acontecimientos se precipitan unos tras otros. Y digo que es floja porque la autora no ha elegido en ningún momento el componente dramático en la obra y eso siempre resta emoción. Ha preferido usar el realismo, sin exaltar ni inflar los momentos clave. De esta manera, lees situaciones realmente importantes, inquietantes e injustas, pero la autora no se aprovecha para manipular tus sentimientos. Creo que hay más cabida para la reflexión que para la emoción. Pero, aunque no te mantienes con la piel de gallina, debo reconocer que también es muy loable tratar algo tan delicado como la esclavitud sin dramatismos. Por eso quiero apreciar lo bien medida que está la obra, como si hubiese pasado por las manos de una experta costurera.

¿Os he dicho ya que la protagonista es costurera? De las mejores, además. Por sus manos pasarán muchas telas dentro de la compañía de actores, que acentuarán aún más el elemento costumbrista de la obra y hogareño de la barcaza-teatro. Ella es una mujer inocente, en la cual se produce cierta evolución madurativa. Y es también la encargada de poner la nota irónica a una obra que tenía todas las papeletas para ser seria, dado el tema que trata. Sus personajes juegan un papel esencial a la hora de sacarnos sonrisas que hagan de la novela un argumento más distendido.

Lo que no me ha gustado nada es el romance. El romance hay que intuirlo y todo el tiempo parece que no hay espacio para él. Quizás no lo haya, porque el tema más importante de todos es la lucha por los derechos de esos hombres y mujeres que ni si quiera tienen la oportunidad de amar. También es cierto que ahora estamos acostumbrados a libros con mucha carnaza y salir del esquema es difícil.

Por último, el final tampoco ha sido de mi agrado. Mucho ruido y pocas nueces. Te quedas un poco fría, pero no sabría explicar por qué sin haceros spoilers, así que me lo guardo para mí.

A pesar de los peros que podáis leer en mi reseña, en general esta obra me ha gustado mucho y os la recomendaría a todos. Tiene elementos preciosos como la atmósfera, la ambientación, los personajes, las rutinas de la vida de la gente que se incluyen entre las páginas, lo romántico de la idea de un barco-teatro y, sobre todo, la fuerte crítica social hacia la esclavitud y la necesidad de luchar contra ella. Sin embargo, es cierto que aunque había momentos en los que realmente lo pasabas mal por la situación en la que se veía inmiscuida la protagonista, la tensión es algo plana. El final flojo. Y la historia romántica tenemos que intuirla, sin darnos mucha carnaza.